domingo, 20 de marzo de 2005

M & E


Carlos Marx y Federico Engels son los padres fundadores del Materialismo Histórico, teoría basada en el desarrollo histórico-universal de la humanidad comprendido a partir de la vida material de los individuos. Le debemos a estos dos autores que por fin la vida social fuera comprendida desde una perspectiva estructural, dejando de lado todo tipo de metafísica idealista e individualista. Por desgracia, años después, la metafísica retornó al campo de la teoría social bajo novedosos rótulos, aunque siempre despreciando al Materialismo por concebirlo como “determinista”. Bueno, tampoco sería cuestión en éste breve espacio de ponerse a debatir sobre la cuestión.
Por otro lado —y aunque algunos hablan de “vanguardia” y de un modo despectivo— por mal que les pese, gracias a esa supuesta vanguardia (que no lo es en realidad), el conocimiento de lo social se ha logrado abrir paso entre otros tipos de teorías completamente abstractas y que sobre todas las cosas, ignoraban al conflicto social como parte fundamental de las sociedades modernas. En todo caso, quienes menosprecian lo que ingenuamente denominan vanguardias, pueden ser llamados empiristas: apenas reducen su tarea a buscar el dato en la realidad y luego, felices de la vida, lo publican y desgraciadamente suelen llevarse todos los laureles. Obviamente, obtienen estos méritos por ignorar la crítica y regalarse del modo más hipócrita a mantener y defender de modo encubierto el statu quo.
En definitiva, la ciencia social avanza por medio de la crítica que posteriormente conlleva al cambio (si se quiere, aquello que Kuhn denomina Revolución Científica que posteriormente deriva en el cambio de Paradigma). Sin crítica no hay modificación posible, y sin crítica-práctica, muchos menos todavía. En fin, mientras algunos continúen sumidos en una supuesta rebeldía completamente idealista y romántica basada en renegar de la teoría, el mundo se nos viene abajo, pero nosotros, nosotros seguimos caminando y caminando buscando respuestas que —paradójicamente— jamás nos llegan…



(…) en su desesperando intento por “encontrar SU verdad”, continúa creyendo ingenuamente que ésta existe, que quizá algún día pueda encontrar algo que jamás ha existido. Sería similar a que algún otro individuo osara afirmar que persigue la “razón”... y allí nuevamente, el tronco se comienza a cortar por lo más grueso...

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